El abandono del Museo Nacional de Brasil
Hace unos días se nos quebró el alma al ver envuelto en llamas el Museo Nacional de Brasil, una colección inmensa hecha cenizas. Lo peor de todo es que era totalmente evitable, pero el poder político no lo quiso.
Recortes y oídos sordos asfixiaron las voces que reclamaban mejoras estructurales en el viejo palacio decimonónico de São Cristóvão. Se veía venir que la gran colección que acumulaba el museo, 20 millones de piezas con la cabeza de Luzia como uno de sus estandartes, estaba en peligro. Los políticos de un color u otro que durante décadas han regido el país, deberían saber que siempre hay que hacer caso a los técnicos. Estos son los que viven el día a día, los que conocen cada espacio.
El Museo Nacional de Brasil nos habla de sus primeros pasos como un espacio hijo de la Ilustración procedente de Europa y seguidamente de un discurso identitario tras la consolidación de la independencia de Brasil. Este segundo elemento ha sido utilizado permanente por el poder político, ya sea en Brasil u otra nación, para crear y reforzar una identidad nacional. Foto y discurso ante la pantalla, pero pobres inversiones dejando la comunidad científica huérfana y a la cultura desnuda ante cualquier inclemencia.
¿Cuando entenderán que apostar por la cultura y de forma universal, es apostar por el desarrollo saludable de las sociedades? Y mientras, en Madrid, La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ha tenido que cerrar salas y poner obras a salvo ante unas obras colindantes que por cierto, han destrozado parte del patrimonio de la ciudad de Madrid con el beneplácito de los gobernantes de turno.
Las decisiones políticas afectan a la cultura, al patrimonio y a la comunidad científica. No lo olvidemos y no seamos planos en el discurso. Seamos honestos