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¿Qué ganan los que nunca ganaron?

Premio Nobel

Premio Nobel.

¿Qué ganan aquellos que nunca ganaron nada, los que aspiraron a los premios sin llegar a tenerlos nunca entre sus manos? La Historia de la humanidad está conformada por triunfadores. Premios, grandes inventos, viajes sorprendentes… pero, ¿qué les sucede a los perdedores? ¿A los que lucharon por un determinado fin pero no lo llegaron a alcanzar?

A propósito del nuevo ganador del Premio Nobel de Literatura, Kazuo Ishiguro, y de la entrega del Premio Nacional de Narrativa a Fernando Aramburu, por la aclamada Patria, regresa la polémica acerca de aquellos eternos aspirantes que, año tras año, se quedan a las puertas del galardón absoluto. Y no son pocos los que a lo largo de los siglos han acabado sus días pensando que no habían conseguido el objetivo que se habían propuesto, y cuyo reconocimiento llegaría en otros aspectos, o tras su muerte.

De esta manera, es inevitable leer, tras cualquier premio literario, artículos acerca de los que no-ganadores, como por ejemplo, Haruki Murakami, Margaret Atwood, incluso George RR Martin, creador de la exitosa saga de Juego de Tronos. Todos ellos con carreras literarias de éxito, y que a ninguno de nosotros se no ocurriría calificar como fracasados, aunque año tras año ingresen en la lista de los no-ganadores del Premio Nobel.

Actualmente, la sociedad se divide entre los que ganan y los que pierden, siempre analizando al otro como el enemigo, el contrario, el que fracasó.

En este artículo, me gustaría presentar a algunos autores que, elegidos por su influencia literaria, acabaron sus días de forma trágica, aunque con una increíble repercusión en la literatura.



Miguel Hernández

Recuerdo, por ejemplo, los versos de Miguel Hernández (Orihuela, 30 de octubre de 1910 – Alicante, 28 de marzo de 1942), que tras convertirse en uno de los máximos referentes de la poesía española, influyendo tanto a poetas posteriores como a músicos, pintores, etc., murió enfermo, con hambre de vida y de lucha, en una cárcel de Alicante, víctima de una guerra no ganada:

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

César Vallejo

Me moriré en París con aguacero, / un día del cual tengo ya el recuerdo”, escribía César Vallejo (Santiago de Chuco, 16 de marzo de 1892 – París, 15 de abril de 1938). Uno de los más notables representantes de la Vanguardia en la literatura hispanoamericana, cuya vida transcurrió entre Perú, Francia y España, donde se implicó activamente en la lucha antifascista. Por este motivo, huyó a París, donde la situación de máxima pobreza, a pesar de su reconocida labora literaria, provocó que malviviera publicando de forma discontinua, con lo que apenas podía cubrir sus necesidades básicas. Murió un día de abril, enfermo, desnutrido, abandonado por su tan querida España. Así lo refiere Juan Larrea, quien acusa a Pablo Neruda de entorpecer la carrera de Vallejo y ser causante de su pobreza:

Pero el caso es que desde entonces Neruda se portó mal con Vallejo. Lo acusó públicamente de trotskista […] y lo peor, impidió que se le confiara un trabajo retribuido que le correspondía por muchas razones y que quizá le hubiera salvado de aquella su lastimosa muerte. (Trapiello, A. 2011).

Tumba de Antonio Machado, en el cementerio de Collioure.

Antonio Machado

De igual manera, no podemos olvidarnos de otra de las figuras representativas de esa época brillante de la literatura en España e Hispanoamérica: Antonio Machado (Sevilla, 26 de julio de 1875-Colliure, 22 de febrero de 1939). 
A menudo me preguntan que por qué su hermano Manuel no obtuvo el reconocimiento de Antonio. Además de la innegable calidad literaria, creo que la respuesta se encuentra en la idea principal de este artículo: el olvido, la muerte, la derrota. La gloria alcanzada como forma de comunión, de disculpa, tras una vida de lamento.
Antonio, como ya sabemos, murió intentado huir de la España de la guerra, a través de la frontera con Francia, con su madre de 84 años. Ambos murieron en Collioure, en febrero de 1939, con dos días de diferencia, a causa de las penalidades que sufrieron en el camino al exilio. Machado pasaría a la historia como uno de los escritores más importantes de las letras españolas, sirviendo como modelo para futuras generaciones de poetas y músicos. A pesar de esto, su muerte no fue más que el final de un viaje, que nunca llegó a concluir.



Yukio Mishima

Últimas palabras de Yukio Ishima.

Desviándonos del escenario nacional pasado, en un contexto más reciente e internacional, encontramos a Yukio Mishima (Tokio, 1925-Tokio, 1970), cuya vida estuvo marcada por la tradición samurái heredada de su familia, la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, y una constante lucha hasta encontrar su propia estética literaria, dividida en tres etapas: “su panerotismo y la debilidad ante la seducción del cuerpo masculino como lo reveló, con 23 años, en Confesiones de una máscara, su primera novela (1948); la aceptación del Romanticismo como su verdadera naturaleza humana, artística, literaria y filosófica reflejada, sin miedo, a partir de El rumor del oleaje, escrita con 31 años, y lo político, ideológico y estético fundido y consumado aquel miércoles de otoño ante soldados japoneses”. (Manrique Sabogal, W., 2015).
En la obra Últimas palabras de Yukio Mishima, publicada por Alianza en el año 2015, se puede observar este carácter controvertido del autor, a través de las últimas dos entrevistas que concedió, en las que se muestra su complicada personalidad. Mishima fue uno de los eternos aspirantes al Premio Nobel de Literatura, del que su rival, Yasunari Kawabata, afirmaría:

Ignoro por qué me han dado el Nobel a mí, existiendo Mishima. Un genio literario como el suyo lo produce la humanidad solo cada dos o tres siglos. Tiene un don casi milagroso para las palabras. (Amiguet, T., 2016). 

Murió en plena crisis de ideales, al observar cómo Japón se abría al mundo occidental, en un acto simbólico político más que literario: realizándose el harakiri, consternando al mundo entero por ello.

Mary Nafría

 

Bibliografía

Redacción
Author: Redacción

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