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Las damas ante Homero

Actualmente, ser herético es casi una obligación humana. La esencia de la herejía es la libre elección personal para actuar y, especialmente, para pensar: el rechazo de las creencias y costumbres tradicionales en tanto que tradicionales.
Heresy and Humanity de Jane Ellen Harrison,1911.

 

Rey Homero

El Albert Memorial, encargado por la reina Victoria en 1861, es una obra colosal, y su corazón reside en el Friso del Parnaso: 169 estatuas a escala real de los grandes artistas y escritores de la historia, un catálogo de los referentes culturales del Imperio británico en su momento álgido. En el centro del lado sur, dedicado a la literatura, Homero reina incontestable, sentado en un trono, con Dante y Shakespeare a sus pies.

Inglaterra tenía una especial devoción por la antigua Grecia. En general, la cultura helénica se convirtió en el principal modelo filosófico y artístico en Europa como referente del Romanticismo y el liberalismo. No obstante, ese filohelenismo tuvo una aplicación educativa, política y social especialmente influyente en la Gran Bretaña victoriana (1837-1901). El pensamiento griego, convenientemente seleccionado, adaptado y dirigido, se asumió como una guía de los valores conservadores que sostenían el sistema. Londres quiso verse reflejada en la hegemonía de la Atenas clásica; buscó en ella el ideal de su democracia elitista; extrajo de sus mitos enseñanzas que reforzasen su restrictiva moral; los héroes de Homero insuflaron valor en los jóvenes destinados en las colonias.

Fig. 1. Homero en el Albert Memorial, Henry Hugh Armstead, 1861-1872. Fuente: David Iliff, CC-BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Albert_Memorial_Friese_Facing_South_-_May_2008.jpg.

Alguien debía cultivar ese legado. Los jóvenes acomodados recibían una formación helenista de las más completas que han existido. Aprender la lengua y cultura griega (más que la latina) los convertía en herederos exclusivos del saber más elevado y los preparaba, como futura clase gobernante, para inculcar en la sociedad los modelos de comportamiento más adecuados. Desde ahí se divulgaba, simplificado, a todos los niveles sociales mediante las novelas populares y las revistas. Pero, realmente, ese conocimiento tenía dueño.



 

La frustración de Ethel

Dijo Ethel, —No puedo soportar no hacer como Norman, me gusta mucho el griego. — ¿Y por eso dejarías de ser una hija y hermana útil en casa?
The Daisy Chain de Charlotte Yonge, 1856.

Esa frustración se repitió habitualmente en memorias y relatos de la época. Efectivamente, aquel conocimiento ancestral era aprendido, interpretado y difundido desde la élite, pero la élite masculina. Que una joven estudiase griego (en lógico perjuicio de sus tareas domésticas), más que raro, era impropio, la hacía parecer hombruna y extraña, y conllevaba vergüenza para su familia. El helenismo en la construcción de la identidad nacional británica servía para reforzar las relaciones de poder establecidas y esto incluía las desigualdades de género en un entorno profundamente machista.

Ellas aprendían griego por su cuenta en bibliotecas públicas o reutilizando los manuales de sus hermanos, y eso era el síntoma de una transformación imparable. Coincidía con los debates de la llamada «cuestión femenina», sobre la consideración legal de la mujer, el voto femenino y la progresiva apertura de la educación secundaria y universitaria a las chicas. Puede parecer anecdótico, pero lo cierto es que ese cambio general está muy conectado con el fenómeno de la formación humanista: acceder a los clásicos era una forma de rebeldía, pues significaba lograr un conocimiento prohibido y, con ello, conquistar una nueva independencia simbólica. Si la formación helenista era un signo de rango y ciudadanía para un hombre, se convertía en una fuente infinita de poder y libertad para una mujer.



La visión de las damas

Fig. 3. Jane Ellen Harrison caracterizada como Alcestes en la Oxford University Dramatic Society. Fuente: The Invention of Jane Harrison de M. Beard.

Es paradójico, pero precisamente las carencias educativas de aquellas mujeres favorecieron que su visión resultase más interesante. Ellas no habían recibido la enseñanza mecánica y repetitiva de los chicos, lo que les acarreaba cierta inseguridad, pero también hizo que su lectura de los textos antiguos tendiese a ser menos tecnicista y literal, proponiendo interpretaciones más abiertas. Quizá lo más importante fueron sus implicaciones morales: que ellas se apoderasen de los temas griegos como forma de expresión propia tenía un enorme potencial subversivo con derivaciones impredecibles.

En literatura, autoras como Charlotte Brontë, George Eliot o Virginia Woolf reinventaron las historias y mitos helenos desde nuevas perspectivas. Por ejemplo, las adaptaciones de la Medea de Eurípides se convirtieron en un buen pretexto para discutir sobre la complejidad de la psicología femenina más allá de los estereotipos. Asimismo, eruditos debates filológicos, como el de la autoría de los poemas homéricos, desembocó en controversias acerca de la capacidad creativa de la mujer. En el ámbito académico, Jane Ellen Harrison desafió las interpretaciones tradicionales de la religión griega, introduciendo nociones del psicoanálisis y el surrealismo. Sus conclusiones conducían nada menos que a desmontar el modelo familiar tradicional en favor de los valores colectivos y la libertad moral.

Curiosamente, esa Antigüedad que resultaba tan remota y ajena al Londres moderno se situaba en el centro del combate por las ideas que regirían su forma de vida. Es cierto que muchos de esos discursos alternativos siguieron siendo elitistas desde el punto de vista social, pero en lo moral abrían caminos muy valiosos en una realidad agobiante. Los mismos mitos que se habían utilizado para sostener el sistema, se convirtieron en el arma con el que remover sus bases más fundamentales.

 

Tomás Aguilera Durán

Para leer más:

BALLESTEROS, A. (ed.). (2017). Jane Ellen Harrison. Memorias de una estudiante victoriana. A Coruña: Trifolium.
BEARD, M. (2000). The Invention of Jane Harrison. Cambridge-London: Harvard University Press.
FISKE, S. (2008). Heretical Hellenism: Women Writers, Ancient Greece, and the Victorian Popular Imagination. Athens: Ohio University Press.
HURST, I. (2006). Victorian Women Writers and the Classics: The Feminine of Homer. Oxford: Oxford University Press.

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