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Mitra, el misterio que vino de Oriente

Mitra y sus ecos lejanos

El origen de Mitra como divinidad es ciertamente oscuro. Su presencia parece surgir en la región de Irán o en el ámbito indoiranio, donde ya aparecen referencias a su figura en el II milenio a.C., en un tratado entre Hatti y Mitani. No obstante, en los himnos védicos, se le asocia como hermano gemelo de Váruna como dioses de la luz y la oscuridad respectivamente, y dioses de los juramentos y contratos. Así mismo, aparecen atribuciones en el Avesta del zoroastrismo como colaborador de Ahura Mazda, y considerado un dios benéfico y “juez de almas”. Con este conjunto de elementos podemos entender su complejidad y razón por la cual se le vincula como divinidad que concede ayuda a los hombres, siendo mediador entre ellos y con los restantes dioses. Aspectos todos ellos, que no hacen extraño su consideración en el ámbito indoiranio como una divinidad vinculada al comercio, la ganadería y la diplomacia, dentro de esas virtudes de intercesor y mediador.

Mitra en la moneda
Moneda de Artabano II de Partia (128-124 a.C.). En el reverso se contempla una representación de estilo helenístico con el rey arrodillado ante un dios con rasgos próximos a Apolo, pero que probablemente sea Mitra | Fuente: www.cngcoins.com

Tradicionalmente se ha atribuido su expansión desde Irán debido al zoroastrismo, aunque cabe la posibilidad, al menos las consideraciones actuales así lo planteando, de separar a la figura mitraica indoirania de la helenizada, donde Mitras o Mithras sería una divinidad diferente. Fuese de un modo u otro, lo que sí parece claro, es que la salida del entorno de Irán transformó al dios y al culto, ya que desde las regiones próximo orientales, fue adquiriendo atribuciones religiosas y culturales orientales hasta contactar con la cultura helenística, la cual modificará sustancialmente su significado, su estética y su naturaleza, pese a no tener gran éxito como divinidad. A partir de este contacto, el mitraísmo destacará como un culto mistérico, donde el componente iniciático será clave en su desarrollo.

Expansión hacia el mundo grecorromano

Precisamente el culto a Mitra ya helenizado, será el conocido por Roma, sobre todo por sus tropas, quienes trasladarán desde los confines del Imperio romano hacia el interior del mismo el culto. Junto al componente militar, estará el comercial, donde comerciantes venidos de diversas regiones extenderán el culto. De este modo, los dos canales de distribución religiosa permiten ver que el asentamiento del culto se estableció en los enclaves comerciales, sobre todo portuarios y grandes ciudades, y en lugares de apostamiento militar, campamentos, ciudades cuyo origen se remonta al mismo, o, bien, a grandes espacios urbanos.

Mapa de hallazgos leontocéfalos mitraicos a lo largo de las provincias imperiales.| Fuente: Romero Mayorga, C. (2016): Iconografía mitraica en Hispania. Universidad Complutense de Madrid. (tesis doctoral). p. 683. Mapa 1.

A partir de aquí, el culto se expandió por la sociedad romana, sobre todo a partir del siglos II, momento de profunda transformación social y económica en la historia romana, donde triunfaron los cultos mistéricos y diversas religiones de culto oriental, entre otras razones por las modificaciones en las conductas psicológicas y las sensibilidades religiosas. De este modo, la sociedad romana asumió las nuevas visiones cosmológicas y conductas vitales que trajeron consigo las religiones mistéricas, donde Mitra jugó un papel importante.

Debido al éxito y expansión del mitraísmo, el Bajo Imperio Romano, es sin lugar a dudas el mejor documentado y el cual nos permite una mayor aproximación al fenómeno religioso, aunque debe reconocer la profunda modificación del Mitra iranio original y el adorado en Roma.

El mito

Mitra en un dibujo
Dibujo de un relieve de Mitra con la representación del mito| Fuente: atenea-nike.webnode.es

El mito vinculado con el ciclo mitraico se reconstruye únicamente a partir de los restos arqueológicos, donde la iconografía presente en las imágenes sagradas, las esculturas u objetos es la base para crear un relato coherente hasta cierto punto. Las limitaciones que encontramos se muestran por la ausencia de escritos sagrados por sus seguidores, ante lo cual deducidos que habría una fuerte tradición oral respecto a la transmisión de las enseñanzas. Así mismo, la propia manifestación religiosa del culto a Mitra al corresponden con las prácticas y comportamientos habituales de una religión mistérica, resulta inaccesibles al gran público, puesto que todo el ritual quedaba reducido a los iniciados. Es decir, si no formabas partes de los adeptos, no podías entender la propia religión en su magnitud.

El relato mítico a nivel básico presenta a Mitra como un dios nacido cerca de un manantial sagrado, bajo un árbol sagrado, de una roca (denominada petra generatrix, lo cual llevó a Mitra a ser denominado petrogenitus), y en ese mismo momento nace con un gorro frigio sobre su cabeza, una antorcha y un cuchillo. Las tradiciones ancestrales, sobre todo de la región de Armenia, hablan de la cueva de Meher o Mitra para referirse a este espacio natural como lugar de su nacimiento, aspecto que explicaría porque los fieles de la divinidad se reunían en lugares excavados subterráneos o en las propias cuevas, hasta la posterior construcción artificial de recintos sagrados a modo de templo, conocidos como Mitreos (Mithraeum/Mithraea). Según nació recibió la adoración de unos pastores, además de beber agua del manantial próximo, considerado sagrado, y con su cuchillo se sirvió del árbol sagrado cercano para alimentarse y vestirse.

La importancia del toro

El otro gran suceso narrativo tiene que ver con el toro primordial que Mitra encontrará en las montañas, y el cual agarró por los cuernos para lograr montarlo. El toro durante un violento galope hace desmontar a Mitra, quien aferrado a sus cuernos es arrastrado durante un tiempo impreciso, aunque parece que prolongado. Tras finalizar la carrera, el toro cansado sucumbe al poderío del dios, quien le cargará sobre sus hombros hasta llevarlo vivo hasta su cueva. Este suceso será conocido como transitus. Una vez en la cueva, aparecerá un cuervo, enviado por el mismo Sol, para avisar a Mitra de que debía realizar un sacrificio. Mitra, respetando la indicación, clavará su cuchillo en el cuello del toro, de cuya columna saldrá trigo y vino de la propia sangre. Así mismo, del semen recogido y purificado por la luna, surgirán animales necesarios para la vida humana. Durante todo este proceso aparecerán una serie de animales importantes en la simbología mitraica; por un lado el perro, quien se alimentará del trigo surgido: por otro el escorpión quien se aferrará a los testículos del todo; y, por último la serpiente, presumiblemente vinculada quizás con la sangre.

Recreación de la ceremonia del Taurobolium| Fuente: http://www.eonimages.com

En la tradición iconográfica de Mitra tanto las referencias astronómicas como de animales tienen una importancia básica. Así mismo, con el avance temporal del culto se fueron produciendo sincretismos y asimilaciones a otras divinidades o cultos de carácter también mistérico, que dotaron de mayor profundidad simbólica. Este es el caso de la integración de los signos del Zodiaco relacionados con el culto a Fanes, divinidad considerada creadora en el Orfismo, quien se suponía había nacido de un huevo cósmico al inicio del tiempo dando lugar a la creación del universo. De igual manera, sea representado a Mitra cargando con una roca o con una especie de mundo a la manera de Atlas, el titán a quien Zeus condenó a cargar con el mundo sobre sus espaldas; o, de una manera más clara, la representación icónica de Mitra con una capa en cuyo interior aparece representada toda la bóveda celeste, en este caso relacionado con el Sol y la Luna o una alegoría a la propia cueva.

Así mismo, en la iconografía clásica, claramente helenizada y desarrollada en Roma de manera plena, se puede contemplar la presencia de Mitra realizando el sacrificio ritual del toro (Tauroctonia) donde el dios aparece clavando un cuchillo al animal (en posturas, bien, de rechazo o, bien, de compasión) y de cuya herida brota grano, mientras porta el gorro frigio y aparecen los diversos animales del mito representados: el perro, el escorpión, la serpiente, cada uno realizando la función descrita en el mito, o el cuervo. Incluso pueden añadirse otros elementos como un león, una copa o la presencia de dos individuos portando antorchas (Cautes y Cautópates, como posible alegoría de la doble epifanía mitraica). La escena suele ambientarse o en el contorno celeste o dentro de una cueva.

Base del culto

El espacio sagrado donde se celebraría el culto a Mitra, por parte de los iniciados, podía ser una caverna, así parece ser en origen, pero con el tiempo se desarrolló un espacio templario artificial, que imitaba esas originales cuevas como lugar oscuro con pocos orificios para la entrada de la luz, y que van a ser conocidos como mitreos. Estos recintos, daban cabida a un escaso número de fieles, dado el carácter exclusivo del culto, tanto es así que las mujeres estaban excluidas, aunque los varones no parecen tener una restricción, ni siquiera por edad.

La estructura arquitectónica del templo la conformaba una antecámara; posteriormente la sala rectangular de reunión, denominada elocuentemente “la cueva” (Spellaeum), que incluía largos bancos y mesas a lo largo de sus extremos para los banquetes rituales que se celebrarían; por último, el recinto más sagrado de todos, el santuario, al final de la sala principal que contenía el altar y una imagen de la divinidad sacrificando al toro (Mitra Tautóctonos), bien pintada o a través de una escultura/bajorrelieve. La figura de Mitra podía estar iluminada por la luz que entrase a través de un tragaluz.

Con la irrupción y triunfo del cristianismo, muchos de estos recintos fueron reconvertidos en criptas para iglesias. Precisamente esta conexión con el cristianismo no era casual, ya que muchos de los rituales o preceptos religiosos que realizaron los iniciados, tienen relación con el cristianismo en cierto modo.

Mitreo con Altar dedicado a Mitra. Actualmente perteneciente a la Basílica de San Clemente, Roma.| Fuente: sobreroma.com

Iniciación al culto de Mitra 

Respecto a la iniciación en el culto a Mitra, debemos indicar que existían siete niveles que coincidirían con los siete planetas de los cuales se tenía constancia en el momento (Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno), lo que muestra una clara referencia a la simbología astronómica mitraica. Dentro de estos niveles se podía ir ascendiendo hasta llegar a los superiores. Cada nivel tiene una referencia nominal y, por consiguiente, simbólica. El primero era el cuervo (corax); el segundo el oculto (cryphius) o el esposo (nymphus), el tercero el soldado (miles) con los atributos de corona y espada; el cuarto era el león (leo), quien presentaba las ofrendas al dios en los sacrificios; el quinto era el persa (perses); el sexto era el emisario solar (heliodromus), quien presentaba como atributos la antorcha, el látigo y la corona; y el séptimo y último el padre (pater), quien llevaría el gorro frigio, la vara y el anillo, parecido a los posteriores obispos cristianos. Todos los iniciados llevaban máscaras relativas a su nivel en los ritos, marcándose una clara división a partir del nivel de leo, en el cuál se quedaban la mayoría de los introducidos en el culto.

Como se puede contemplar que corax y leo ofrecen una relación con el mito, incluso en el caso del león, tiene proximidad con aspectos astronómicos, similar a perses y heliodromus, los cuales se pueden vincular con el pasado persa o indoiranio del culto, con el peso de la astrología en esas sociedades (por ejemplo, en el Zoroastrismo), y además el desarrollo del culto solar principalmente a través de la figura de helios (el Sol), la cual gozó de cierto predicamento durante el Bajo Imperio romano, sobre todo con la tendencia pagana de aglutinar cultos para combatir la competencia religiosa cristiana.

El rito y su derrota frente al cristianismo

El ritual mitraico fue duramente criticado por los paleocristianos, quizás sabedores del fuerte peso a nivel social que tuvo el culto, así como las comparativas existentes entre una religión y otra. Sabemos que el desarrollo del culto debió seguirse en griego, con algunas fórmulas petrificadas por el tiempo en persa y en su paso al Imperio romano, el empleo del latín.

Dentro del proceso ritual el banquete y los sacrificios fueron los elementos sustentantes. Parece ser que se desarrollaría un banquete ritual, donde los iniciados compartían mesa y una serie de alimentos, el pan, donde se sacrificarían animales y se realizarían libaciones con vino. Algunos autores han hablado de una proximidad con la eucaristía cristiana, aunque sabemos que es una práctica habitual en diversas religiones de la Antigüedad, además de que el banquete en la sociedad grecorromana formaba parte de sus hábitos.

La otra gran práctica tuvo que ver con el bautismo, ya fuese mediante el rito del taurobolium, por el cual se derramaba sangre de un toro sacrificado, como una clara alegoría al mito, sobre los fieles dispuestos; o, bien, durante el tránsito al escalafón de miles (soldado), el candidato era sumergido en agua, para después ser marcado con hierro candente y se le coronaba, y por lo que sabemos debía dejar caer la corona sometiéndose a Mitra como su única corona o único rey. Como se observa, el bautismo, puede ser otro elemento más de vinculación con el cristianismo.

Así mismo, cada nivel tendría su propio proceso de iniciación, a través de diferentes objetos o alimentos, como ocurría con la miel que se vertía sobre las manos de los iniciados en leo, quizás como señal de comunión. Por último, cabe destacar la importancia en los rituales de la reencarnación, vinculada con el carácter telúrico, de renacimiento, incluso de la metempsicosis, aspectos tan extendidos en las religiones mistéricas. Lo cual no hace extrañar que el éxito de Mitra estuviera vinculado con los militares, por ese tránsito a otra vida, porque los cultos se realizasen bajo tierra, esa idea de bajar al inframundo para volver a nacer de las tinieblas, y por el cambio de conciencia establecido en Roma desde finales del s. II d.C. e inicios del s. III d.C.

Precisamente el componente originario persa o zoroástrico, que implicaba conflictos dualistas entre el bien y el mal en el mundo, está muy presente en el mito y el ritual mitraico, ofreciendo la constante lucha de Mitra con la oscuridad, lo que permite destacar el contacto con los elementos solares y la iluminación de la escultura de la divinidad dentro de los mitreos. Tampoco es de extrañar que junto a los días 16 de cada mes se considerase sagrado el día 25 de diciembre, día del nacimiento de Mitra (así como de otras divinidades próximas a esa fecha) que coincidía con el solsticio de invierno, en clara identificación con el triunfo de la luz sobre la oscuridad; y, de igual modo, no se debe perder la atención con que los domingos, día del sol, eran celebrados por los files de Mitra. Tanto la referencia del día del nacimiento como la de los domingos, van a ser empleadas por el cristianismo aprovechando el éxito del culto, así como de otros, cristianizando dichas fechas señaladas, las cuales encajaban también con las propias tradiciones judeocristianas.

Finalmente el culto a Mitra será ilegalizado, junto al resto de religiones paganas, en un largo proceso iniciado en el 380 d.C. con el Edicto de Tesalónica (el cristianismo se convierte en religión oficial del Imperio) y finalizado entre el 391-392 d.C., en época del emperador Teodosio y secundado por sus hijos, mediante diferentes leyes que prohibían los sacrificios, la adoración a imágenes o la entrada a los templos paganos.

De este modo, el culto a Mitra pasó de una profusa expansión a terminar sucumbiendo ante otra religión proveniente del Próximo Oriente, también helenizada y enraizada en la misma estructura imperial, que se elevó por encima de las restantes y que supo recoger elementos de los restantes cultos paganos y sincretizarlos, como fue el cristianismo.

Javier Solís Montero

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