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El bárbaro y las cabezas cortadas

Después de todo es muy lógico. Si los salvajes tuvieran gustos de caballeros, ¿dónde estaría la diferencia?, Jules Verne (Cinco semanas en globo, 1863, cap. 28).

Dibujar un mundo nuevo

Verdadera representación de un picto, John White, 1585 (© Trustees of the British Museum. http://bit.ly/2nLhOjl, y su adaptación en grabado de Theodor de Bry para su publicación (http://archive.org/details/briefetruereport00harr).

Este dibujo es de 1585 y representa a un miembro de los pictos, antiguo pueblo del norte de Gran Bretaña. Sabemos muy poco del origen y definición de los pictos, pero, desde luego, tienen la fama de ser los guerreros más fieros de Britania; no en vano, lograron mantenerse fuera de las fronteras del Imperio romano y formaron luego un pujante reino en la Alta Edad Media.

El artista, John White, era, evidentemente, un excelente dibujante y acuarelista, pero también fue un pionero del colonialismo en Norteamérica. Participó en las primeras exploraciones británicas de la costa oriental, documentando gráficamente los lugares y costumbres de los nativos de la región. De hecho, en 1587, fue nombrado gobernador de la isla Roanoke, en la actual Virginia, nada menos que el primer intento de establecer una colonia inglesa en América. Pues bien, este dibujo y otros cuatro, también de britanos, formaban parte de esa serie de ilustraciones sobre los indígenas americanos. Y así fueron publicados como anexo en el libro A briefe and true report of the new found land of Virginia (Thomas Harriot, 1590), que narra lo ocurrido en aquel proyecto colonial.

Algo parece no encajar bien; ¿por qué White dibujó a los antiguos britanos cuando estaba estudiando a los nativos americanos? ¿Y por qué luego se incluyeron esos dibujos en un tratado sobre las colonias? En la introducción que acompaña a esas ilustraciones se aclara: para mostrar cómo los habitantes de Gran Bretaña fueron en el pasado tan salvajes como aquellos de Virginia. Vale, se trataba, entonces, de ilustrar la barbarie.



Recordar el viejo mundo

Hay varias características llamativas del picto del dibujo: está desnudo, está pintado (así dicen los textos antiguos que combatían los pictos) y, sobre todo, sostiene una cabeza cortada. De hecho, al editor le pareció escasa, y decidió añadir otra tirada en el suelo.

Al representar así a un britano, White estaba reflejando un estereotipo más universal y más antiguo de lo que probablemente sabía. La decapitación como demostración de barbarie fue un tópico muy arraigado en la mentalidad grecolatina. En Grecia se consolidó la idea de que la decapitación era un sacrilegio opuesto a la civilización, por eso, desde muy antiguo, fue asociada automáticamente a cualquier pueblo considerado primitivo y peligroso. Ya en el siglo V a. e. c., Heródoto y Eurípides acusaron de decapitadores a escitas, tauros y persas; mucho después, en el siglo I a. e. c., autores como Estrabón y Diodoro seguían utilizando ese descalificativo, pero ahora contra los celtas, galos y britanos, especialmente. En cada época, el tópico se aplicaba a los bárbaros del momento.

Escena de batalla, guerrero galo a caballo, Théodore Chassériau (1819-1856) (https://www.wikiart.org/en/theodore-chasseriau/sc-ne-de-bataille-guerrier-gaulois-cheval

Lo cierto es que todas las civilizaciones del mundo han mutilado y decapitado para humillar y aterrorizar al enemigo en la guerra, y eso, desde luego, incluye a griegos y romanos. Pero su versión de la Historia es la que prevaleció, por lo que el discurso hipócrita y exagerado del celta cortador de cabezas caló profundamente en la cultura occidental; franceses y británicos acabaron asumiendo que sus antecesores habían sido los decapitadores por excelencia.

Eso reprodujo White en su dibujo. Al describir a los salvajes americanos con sus salvajes costumbres, recordó lo que había leído de sus propios ancestros salvajes. Los intelectuales europeos trasladaron al Nuevo Mundo lo que sabían del Viejo, y el tópico que había viajado de un bárbaro a otro, viajaba entonces a América.

Civilizar al bárbaro

En 1591, en la misma colección de libros sobre América, se publicó un volumen dedicado a los timucua, nativos de Florida, y otro dibujante, Jacques Le Moyne de Morgues, les representó muy parecidos a los pictos de White: desnudos, tatuados y desmembrando cuerpos, es decir, haciendo cosas de bárbaros.

Cómo los hombres de Outina tratan los cuerpos de los enemigos, Jacques Le Moyne de Morgues, grabado de Theodor de Bry, en Grand Voyages, 1591 (https://www.floridamemory.com/items/show/294781)

Efectivamente, los estereotipos nunca son inocentes. Cuando se acusaba de bárbaros a los persas, se estaba defendiendo el papel de Grecia en las Guerras Médicas, cuando se hacía con los celtas, se estaba legitimando la conquista romana, y cuando White y Le Moyne dibujaban aquello, estaban respaldando el imperialismo europeo. En definitiva, se estaba vendiendo el triunfo de la civilización sobre la barbarie. Se estaba justificando el dominio sobre aquellas sociedades para imponer sobre ellas la propia noción de lo que debía ser la cultura y el orden.

Esos tópicos eternos son la muestra del esfuerzo por dar sentido a un mundo nuevo, desconocido y amenazante. Pero también nos hablan de la manera en que un imperio se erige como el árbitro del mundo, de la manera en que una civilización se impone simbólicamente sobre las demás, las simplifica y las estigmatiza, para convertirlas en algo que pueda y deba ser sometido.




Para leer más:

SMILES, S. (2009): “John White and British Antiquity: savage origins in the context of Tudor historiography”, en SLOAN, K. (ed.): European visions: American voices, London, 106-112.

AGUILERA, T. (2012): “Posidonio estremecido. Revisando el estereotipo céltico del cortador de cabezas”, en CASTRO, A. et al. (eds.): Estudiar el pasado: aspectos metodológicos de la investigación en Ciencias de la Antigüedad y de la Edad Media, Oxford, 100-109.

Tomás Aguilera Durán

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