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¡Que nos llevan el Thyssen!

Los orígenes de la colección Thyssen

Aunque parezca mentira, los orígenes de las colecciones de la familia Thyssen nos tiran por tierra dos prejuicios: no son la herencia de una larga saga familiar, ni tampoco todos sus miembros estuvieron interesados en la adquisición de obras de arte en la misma medida.

Estas colecciones se basan exclusivamente en el impulso de tres generaciones de mecenas. El primero de ellos fue un empresario alemán llamado August Thyssen, cuyas colecciones artísticas solamente contaban con cuatro obras, pero qué cuatro obras. Mandó realizar a Rodin La muerte de Atenas (Lamentación sobre la Acrópolis), El sueño (El beso del ángel), Cristo y la Magdalena y El nacimiento de Venus (La Aurora), obras que el famoso escultor francés realizó entre 1904-1907 y que se conservan en el hall del Museo Thyssen en la actualidad.

Posteriormente, su hijo Heinrich Thyssen consiguió hacerse con una enorme colección de arte de la Edad Moderna bastante envidiable (sobre todo Renacimiento alemán y flamenco), que acabó desperdigada a su muerte entre sus cuatro hijos, entre los que se encontraba Hans Heinrich Thyssen, que es a quien conocemos como el barón Thyssen.

Como se puede deducir, a Hans Heinrich Thyssen heredó la cuarta parte de las obras artísticas de su padre, y tardó varios años en poder reunir la colección de su progenitor, dado que sus hermanos habían vendido parte de las obras que les habían tocado en herencia a otros compradores. Es a partir de ese momento cuando el barón Thyssen iniciará su propia senda coleccionista centrándose en el arte de los siglos XIX y XX y haciendo que el conjunto de la colección a la que daba nombre se convirtiera en la colección privada más prestigiosa que había en el mundo.

La llegada de la colección Thyssen a España

El barón y la baronesa Thyssen en su residencia suiza de Villa Favorita en 1989 por Chema Conesa

[Figura 2. 1989-CHEMA CONESA-El barón y la baronesa Thyssen en su residencia suiza de Villa Favorita]

Otro aspecto a tener en cuenta son los lugares donde estuvo depositada la colección hasta llegar al Palacio de Villahermosa en Madrid, sede actual del Museo Thyssen-Bornemisza.

En tiempos de Heinrich Thyssen sus colecciones de pintura del Renacimiento del Norte estuvieron en el castillo de Schloss Rohoncz, en Hungría, y en tiempos de su hijo su extraordinaria colección estuvo alojada en su fastuosa mansión suiza de Villa Favorita, en la ciudad de Lugano.

Es justo decir en este punto que Carmen Cervera tuvo mucho que ver en que la colección artística de su marido acabase en España y no en Inglaterra, como estuvo negociando el gabinete de Margaret Thatcher con el barón en 1988, a pesar de que la oferta económica era muy superior a la realizada por el gobierno español. Esta no fue la única oferta, también se mostraron interesados el gobierno alemán de entonces y la Fundación Getty de Los Ángeles.

El precio que se pagó por las obras de arte del barón Thyssen fue ciertamente ridículo en comparación con el precio que las obras hubieran tenido en el mercado de ese momento. Ni que decir tiene que si las obras se hubieran querido vender a día de hoy las sumas alcanzadas en las subastas internacionales hubieran sido sensacionales.

Las obras se instalaron en 1992 el mencionado Palacio de Villahermosa, que era un palacio dieciochesco que Antonio López Aguado (discípulo de Juan de Villanueva) había construido para la familia de los Pignatelli, perteneciente a la nobleza aragonesa. Dicho palacio, que es de titularidad estatal fue cedido por el Estado para que ubicase la colección del barón y tuvo que ser adaptado por Rafael Moneo para que cumpliera con su nueva función museística.

Interior del Museo Thyssen-Bornemisza

A vueltas con la colección Thyssen

Como parece claro, las colecciones del barón Thyssen fueron vendidas al Estado español, que se comprometió a conservarlas y a velar por ellas en el recién creado Museo Thyssen-Bornemisza, que estaba ubicado en una zona completamente privilegiada de la capital y que acabó llamándose el Triángulo de las Artes por su conexión turística y cultural con el Museo Nacional del Prado y con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Por su parte y desde hacía muchos años, Carmen Cervera llevaba realizando su propia colección artística, la cual por razones obvias no podía compararse con la de su marido porque había entrado a comprar en el mercado del arte varias décadas después que este y entonces ya no había tantas joyas artísticas a disposición en las subastas internacionales y sus precios habían aumentado considerablemente en comparación con lo que había pagado su esposo por las obras de su colección.

De ese modo y dos años después de la desaparición del barón Thyssen en 2002, se inauguró la ampliación del Museo Thyssen, para la cual el Estado adquirió dos edificios anexos al museo y financió la construcción de las nuevas salas del museo siguiendo el proyecto arquitectónico realizado por Manuel Baquero y Francesc Pla.

El problema básico fue que la Baronesa Thyssen cedió sus obras al Estado de forma gratuita para que fueran albergadas en las nuevas salas del museo por un tiempo de 10 años, tras el cual se renegociarían las condiciones. Este hecho ha sido denunciado por el catedrático Francisco Calvo Serraller como un error estratégico, ya que si el Estado creía que las colecciones de la Baronesa Thyssen eran lo suficientemente interesantes desde el punto de vista patrimonial debería haber procedido a adquirirlas en ese momento, o en caso contrario no debería haber procedido a realizar la ampliación del museo.

No hay que perder de vista la revalorización de las obras de la colección particular de Carmen Cervera en los años que llevan instaladas en la ampliación del Museo Thyssen, por no hablar de las alevosas estrategias expositivas del museo, que vienen a potenciar a veces en exclusiva las obras de la colección de la baronesa (incluso cuando no se trata de lienzos), con exposiciones como Bulgari y Roma (2016-2017) o Raoul Dufy (2015).

Ampliación del Museo Thyssen-Bornemisza

Tras este período de 10 años viene surgiendo cada cierto tiempo y de forma recurrente la amenaza de la Baronesa Thyssen de llevarse sus obras del museo si no llegan a un acuerdo tácito con el Estado para el mantenimiento de estas en el museo (además de otras prebendas de carácter privado), pero bajo nuestro punto de vista creemos que se habla de ello de una manera mucho más general de lo que es en realidad.

Echamos en falta más artículos de opinión (aparte del mencionado de Calvo Serraller que por desgracia parece no haber sido muy leído) en el que se le aclare a la ciudadanía qué parte de la colección del Museo Thyssen pertenece al Estado y qué parte podría llevarse la Baronesa Thyssen, porque la conclusión a la que llega una inmensa mayoría de la gente es que nos van a llevar el Thyssen (edificio incluido) como los franceses se llevaron a Francisco de Paula de Borbón el 2 de mayo de 1808.

Manuel Fernández Luccioni (Los Laberintos del Arte).

Webgrafía

https://www.museothyssen.org/coleccion/historia [Fecha de consulta: 15/05/2017]

• CALVO SERRALLER, F.: “Colección Carmen Thyssen: una culpa compartida”, El País, 04/02/2017, http://cultura.elpais.com/cultura/2017/02/01/actualidad/1485977056_000034.html [Fecha de consulta: 15/05/2017]

• BAILEY, M.: “Desclassified papers reveal Margaret Thatcher’s spirited campaign to get Thyssen collection”, The Art Newspaper, 03/03/2017, http://theartnewspaper.com/news/thatcher-s-spirited-campaign-to-get-the-thyssen-collection/ [Fecha de consulta: 15/05/2017]

Redacción
Author: Redacción

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