Guadalupe
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Tonantzin de Guadalupe

Descubre en este artículo la relación entre la Virgen de Guadalupe y el término «tonantzin» 

EL SINCRETISMO CRISTIANO

El proceso de sincretismo religioso de divinidades paganas al cristianismo es extenso y documentado. Existe desde el paleocristianismo ante la necesidad de constituir un nuevo imaginario religioso y teológico junto al deseo de atracción popular. Habitualmente se ha analizado en el ámbito medieval y europeo, aunque existen otros escenarios como el presente. El mismo es el relativo a la Virgen de Guadalupe y su vinculación con divinidades femeninas del valle de México.

El valor de la asimilación se encuentra en que aglutina una interpretación religiosa con fines políticos y una apropiación cultural. Asimismo, corresponde a un caso de aparición mariana que, como en Lourdes o Fátima, suelen ser utilizados por las élites políticas y eclesiásticas. Además, recoge de manera misteriosa algún supuesto culto arcaico y oscuro.

Con estos mimbres no es de extrañar la extensión de su veneración tanto en España como en Hispanoamérica. Precisamente, ha llegado a ser patrona de Extremadura, la Hispanidad, las Américas, Filipinas y, por supuesto, México, siendo su festividad una de las más importantes.



EL ANTECEDENTE EXTREMEÑO DE TONANTZIN DE GUADALUPE

Guadalupe - Extremadura
Escultura de la Virgen de Guadalupe presente en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, en Guadalupe (Cáceres, Extremadura). Fuente: Turismo Extremadura

El origen de la adoración a la Virgen de Guadalupe mexicana debe retrotraerse a su homóloga extremeña, situada en la ciudad homónima. En este lugar se produjo la epifanía mariana en el siglo xiii donde, en la actualidad, hay un monasterio. Desde Guadalupe se expandió el culto llegando hasta América con el descubrimiento y posterior conquista. De hecho, el propio Colón bautizará con su nombre en 1493 a la actual isla de Guadalupe.

Por consiguiente, hablar de la conquista de América es hacerlo también de su llegada al Nuevo Mundo. Entre otros motivos porque los líderes castellanos y los jerarcas eclesiásticos utilizaron su imagen para cristianizar y evangelizar durante el dominio.

EL DESARROLLO DEL CULTO EN MÉXICO

El inicio del culto va a estar relacionado con la toma de México-Tenochtitlan por parte de Hernán Cortés. La entrada de los conquistadores implicó una reorganización política, económica y administrativa de la ciudad y sus espacios, que coincidirá con la refundación y el cambio nominal por Ciudad de México. Dentro de este contexto se producirá la epifanía mariana y la eliminación de los lugares de culto autóctonos preexistentes.

La leyenda establece la aparición de la Virgen ante el nativo chichimeca, Juan Diego Cuauhtlatoatzin, en 1513. El suceso, repetido varias veces, se produciría en el cerro de Tepeyac, perteneciente a la sierra de Guadalupe. Posteriormente, el testigo se dirigiría en dos ocasiones ante el arzobispo de la Nueva España, fray Juan de Zumárraga. Durante la segunda presentación el indígena mostrará su tilma con flores que forman el rostro de la virgen, y el arzobispo autorizará la realización de un santuario en el lugar de la aparición. Con el tiempo, se ha ampliado el complejo monumental estableciendo a las faldas del cerro una basílica con sucesivas reformas. Los datos principales son recogidos en el Nicān mopōhua de 1556. Escrito en náhuatl por Antonio Valeriano e incluido dentro del libro Huey tlamahuizoltica, publicado en 1649 por Luis Lasso de la Vega.



FUENTES BÁSICAS QUE DAN LUZ AL CULTO: TONANTZIN DE GUADALUPE

A partir de aquí el mito y la historia empiezan a diferir. Los datos documentales plantean diversas dudas acerca de los cultos prehispánicos que se verán disueltos. Pese a la variedad de informaciones, las fuentes coinciden en la preexistencia de uno o varios cultos en la región y vinculados a divinidades femeninas. Así lo atestigua el soldado Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España publicada de manera póstuma en 1632.

Lo que sí parece claro, a tenor de la información recogida por fray Bernardino de Sahagún en Historia general de las cosas de la Nueva España, terminada en 1558, y en Kalendario mexicano latino y castellano, de 1585; es que el lugar donde está erigido el templo, el Tepeyac, los nativos realizaban la adoración a una figura denominada Tonantzin, que se puede traducir como «nuestra madre». Lo interesante es que esa denominación parece ser utilizada indistintamente para diversas divinidades como Omecíhuatl, Toci o Tetéoinan, Cihuacóatl o Coatlicue; y posteriormente se emplearía para referirse a la Virgen de Guadalupe.

De hecho, fray Juan de Torquemada en Monarquía indiana (1615) menciona la presencia precristiana de una joven vestida

Tonantzin de Guadalupe
Imagen original de la Virgen estampada en la tilma de Juan Diego. Expuesta en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, Ciudad de México (México).
Fuente: Wikipedia

de blanco con ese nombre. Idea secundada por fray Antonio de Ciudad Real y su Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, de 1585, donde hace referencia a la adoración en el Tepeyac a Ixpuchtli/Ixpochtli, que traduce como virgen o doncella. Precisamente en la pintura de la traslación de la imagen guadalupana (1653), aparece la palabra «Tlatzoichpochtli», la «Preciosa doncella».

LA ADECUACIÓN DE LA VIRGEN

La hipótesis de la adecuación del término a la Virgen parece refrendarse en el Manual de ministros de indios para el conocimiento de sus idolatrías y extirpación de ellas escrito por Jacinto de la Serna en 1656. En su relato nos ofrece otros nombres como estos: Ilamatecuhtli, Cuzcamiauh o Tonan («Nuestra madre») y, más importante aún, habla de una intencionalidad local de realmente venerar a esas diosas locales usando la figura de la Virgen de Guadalupe.

Por último, está el mal denominado Códice de Teotenantzin. Se trata de un dibujo datado en el siglo xviii, donde aparece una pequeña ermita y un par de imágenes de diosas que tendrían relación con la leyenda donde se explica que los habitantes del lugar nombraban a una diosa como Teotenantzin/Teonantzin, es decir, «Venerable madre de Dios». Pese a las distintas interpretaciones filológicas respecto al término, no cabe duda de su proximidad con el término «tonantzin» y es una referencia clara y tardía a la Virgen empleando una lengua nativa. Además, puede vincularse con la reinterpretación iconográfica tardía de la Virgen que no tiene que ver con la de Extremadura, aunque encontremos cierto parecido con la Virgen del Coro del Santuario, y debe rastrearse en la tradición del ámbito flamenco-alemán, como por ejemplo la Virgen en la gloria de Berlín o la Virgen de Bruselas.

LA VIRGEN SINCRETIZADA

Panorámica de las basílicas, antigua y nueva, dedicadas a la Virgen de Guadalupe llenas de fieles.
Imagen de O. Sánchez en Camhaji, Elías (12 de diciembre de 2016). «Siete millones de fieles para la Virgen de Guadalupe». Fuente: El País.

Se debe tener en cuenta que durante el siglo xvi hubo un tránsito importante de grabados flamencos hasta Nueva

España. Por tanto, el Códice puede entenderse dentro del proceso de reinterpretación de los siglos posteriores para amoldarse a los gustos artísticos europeos. La Virgen aglutina elementos flamencos y particularidades propias solo entendibles en el contexto local. El pelo oscuro y lacio, el recogimiento o la adaptación iconográfica prehispánica.

Por consiguiente, a tenor de los datos, queda claro que su veneración se asentó sobre diosas denominadas Tonantzin, pasando a la propia Virgen que aglutinó características cultuales mexicas. Finalmente, todos esos elementos confluyen en un complejo sincretismo que convirtió al propio espacio del culto en un centro de gran relevancia y peregrinaje. Su importancia creció tanto que precisamente el día de la festividad, el 12 de diciembre, coincidiría con el solsticio de invierno en el año de la epifanía.

De modo que la figura de la Virgen de Guadalupe demuestra el éxito de la transculturación entre el ámbito indígena y el hispano-cristiano, sirviendo como vehículo integrador, político y social, como puede observarse en Tonantzin de Guadalupe. Tal fue su éxito que las reminiscencias siguen presentes hoy en día y se ha convertido en un elemento de identidad para el pueblo mexicano.

Javier Solís Montero

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