Huelga canadiense en Barcelona_Historia del Anarquismo
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Tres anarquistas en una exposición

 

En general la libertad está delante y no detrás de nosotros

Max Nettlau, 1929

(«De la caída de la antigua Roma a la transformación del porvenir»)

LA EXPOSICIÓN

Hay una gran sala de exposiciones. Dos chicas jóvenes resoplan, aburridas, porque están esperando al anciano al que acompañan. Él tarda, se toma su tiempo, pues está examinando con mucha atención unos pergaminos en sánscrito que allí se exhiben. Es 1929, están en la Exposición Internacional de Barcelona, más concretamente, en el monumental Palacio Nacional construido para la ocasión. Historia del anarquismo.

Este evento que ha transformado la ciudad por completo ha llegado, no obstante, en un periodo turbulento. Allí late un conflicto abierto, especialmente desde la gran huelga de La Canadiense de 1919: de un lado, las masas de obreros industriales, especialmente bien organizados en torno a los sindicatos anarquistas; de otro, la poderosa burguesía catalana, que se vale de pistoleros parapoliciales ahora amparados por la dictadura fascista de Primo de Rivera.

Esos tres personajes, tres anarquistas, pasean entre escritos antiguos en una ciudad sacudida por la sangre y la pólvora; la placidez del pasado remoto en contraste con la agitación más viva. En cierto sentido, les representa uno de los carteles de la exposición, diseñado por Oleguer Junyent: también alude a la Antigüedad porque está protagonizado por la Dama de Elche como emblema de la historia del arte español, mientras que el fondo rojo y negro parece ser un guiño a la fundación de la Federación Anarquista Ibérica dos años antes; un símbolo ancestral en el frente, la pujante actualidad al fondo.

Cartel de la Exposición Internacional de Barcelona, Oleguer Junyent, 1929. Fuente: http://damadeelche.me/exposicion-internacional-1929.



EL ANCIANO QUE TARDA

El anciano que tarda es austriaco y se llama Max Nettlau. Especializado en lenguas celtas, se doctoró en la Universidad de Leipzig con un estudio sobre el címbrico, por eso le gustan tanto esos pergaminos. No obstante, nunca hizo carrera académica, sino que dedica su vida a estudiar concienzudamente la historia del anarquismo en Europa (está en España para documentarse), hasta el punto de que le apodan el Heródoto del anarquismo. La verdad es que su vocación le ha llevado a la ruina económica.

Es un verdadero erudito y, aunque abandonó aquellos estudios, siempre ha estado interesado por el mundo antiguo. Por ejemplo, ese mismo año, en 1929, publicará en La Revista Blanca un artículo titulado De la caída de la antigua Roma a la transformación del porvenir. En él pondrá en duda que la irrupción de los pueblos germánicos hubiese supuesto una verdadera transformación: se sustituyó una élite por otra, pero eso no conllevó ninguna novedad importante para la mayoría campesina oprimida bajo su dominio. Según él, un cambio realmente profundo solo es posible si va acompañado de una evolución en la estructura y la mentalidad de la sociedad. Para el anciano, analizar la historia servía para reflexionar acerca del curso que debían tomar las revoluciones si querían ser efectivas.


LA FAMILIA ANARQUISTA

Las jóvenes que resoplan pertenecen a una familia ilustre del anarquismo. Son Federica Montseny y María Anguera de Batet, y son hijas (una natural, la otra adoptiva) de Teresa Mañé y Joan Montseny, pedagogos, sindicalistas y, sobre todo, editores. Fueron protagonistas del movimiento libertario en la transición del siglo xix al xx, y su casa un punto de encuentro para activistas de todo el mundo, como Nettlau. Ellos crearon, además, La Revista Blanca (1898-1936), un medio emblemático de difusión del anarquismo en su versión más intelectual.

Hablando del pasado, en los inicios de aquella revista, Joan Montseny (bajo el seudónimo de Federico Urales) escribió una serie de artículos que acabaría publicando en forma de libro, La evolución de la filosofía en España. Entre otras cuestiones, la obra explora el pensamiento antiguo para calibrar cuánto tenía de aprovechable a la hora de afrontar los problemas modernos. Casi nada, fue la respuesta de Urales; solo Aristóteles se salvaba por sus ideas materialistas, pero el resto, todas las especulaciones metafísicas en su conjunto, solo eran para él un juego de la élite intelectual para legitimar el poder de la élite económica. Para el padre de la familia, estudiar filosofía antigua servía para cuestionar los cimientos de la cultura universal.

La Revista Blanca es un ejemplo de las publicaciones anarquistas más relevantes
Portada de La Revista Blanca, 1 de diciembre de 1924. Fuente: http://hemerotecadigital.bne.es.




LA JOVEN QUE ESPERA

Su hija Federica retomó y revitalizó la labor editorial de sus padres y fue una prolífica escritora desde los quince años. Ella también escribió sobre cosas antiguas. Poco antes de la exposición, la familia había visitado las ruinas griegas de Ampurias. La experiencia de pisar las calles de una ciudad antigua fascinó a Federica, así que escribió un artículo en 1926, Ciudad muerta, en el que comparó los restos antiguos y los edificios medievales conservados en aquel lugar. De esta forma, contrapuso la belleza, la vitalidad y la supuesta libertad del paganismo griego, con el oscurantismo, la tiranía y el culto a la muerte del cristianismo. Para la joven, observar las ruinas servía para atacar los prejuicios morales de la sociedad tradicional.

 

La Historia de los anarquistas en España no se puede entender sin la familia Montseny
Familia Montseny en 1929, de izquierda a derecha: Max Nettlau, María Anguera de Batet, Federica Montseny y Joan Montseny. Fuente: http://autogestionacrata.blogspot.com/2011/11/federica-montseny_13.html.

La joven Federica se convertirá pronto en una de las cabezas más visibles de la CNT, será nombrada ministra en el Gobierno de la República durante la Guerra Civil y vivirá sus últimos cincuenta años exiliada en Toulouse, con María como fiel compañera y secretaria. Sus padres aguantarán en España durante la guerra para morir justo después en el exilio francés. El anciano que tarda morirá en 1944 exiliado en Ámsterdam, donde huía del nazismo, lo que le impedirá terminar su colosal Historia del anarquismo.

Al menos, entre otras cosas más importantes, dejarán algunas ideas originales sobre lo antiguo. Para ellos, realmente, leer el pasado solo tenía sentido si servía para pensar sobre las transformaciones futuras; su mirada solo se volvía atrás para girar rápidamente hacia delante. ¿Para qué les estamos mirando nosotros?

 

Para leer más

MARÍN, D. y PALOMAR, S. (2010). Els Montseny Mañé: un laboratori de les idees. Reus: Carrutxa.

MONTSENY, F. (1987). Mis primeros cuarenta años. Esplugues de Llobregat: Plaza & Janés.

NETTLAU, M. (1929). De la caída de la antigua Roma a la transformación del porvenir. La Revista Blanca. 7(154), 230-235.

ROCKER, R. (1950). Max Nettlau: el Herodoto de la anarquía. México D. F.: Estela.

Tomás Aguilera Durán

 


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